miércoles, 24 de octubre de 2012


¿Quién soy en Cristo? La Identidad Del Cristiano




Por: Gladys Raquel Hernández

La clave para que el cristiano pueda ser más que victorioso, como señala la Biblia, está en el hecho de que sepa y tenga plena consciencia de cuál es su identidad en Cristo.

Analicemos estas preguntas:

 ¿Quién eres?
 ¿quién eres determinará lo que haces?

Al referirnos al cristiano, podemos afirmar que lo que él hace, queda determinado por quién es él. “La esperanza de crecimiento, significado y satisfacción como cristiano está basada en comprender quién es uno, específicamente, comprender la identidad de Cristo como hijo de Dios”.


¿QUIÉN SOY?

1.   Soy Una nueva creación (2 Cor 5:17)
2Co 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

2. Soy un hijo de Dios (Jn 1:12; Rom 8:14-15; Gal 3:26; 4:6)
Jn 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;.
Rom 8:14-15 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

(15) Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!.

Gal 3:26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
Gal 4:6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!

3. He sido redimido y perdonado de todos mis pecados (Col 1:14)
Col 1:14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

4. Estoy Libre para Siempre de Condenación (Rom. 8:1)
Rom 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
He Sido Librado del poder del pecado (Rom 6:1-6) Rom 6:1-6

5. Tengo el derecho a entrar sin vergüenza ante el trono de Dios para encontrar misericordia en tiempos de necesidad (Heb 4:16)
Heb 4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

6. Soy Justo en Cristo, completamente perdonado (Rom 5:1)
Rom 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

7. Soy Siervo de la Justicia (Rom 6:18 )
Rom 6:18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.

8. Soy un Santo (Ef. 1:1; 1Co 1:2; Fil 1:1 )
Ef. 1:1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso:
1Co 1:2 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:
Fil. 1:1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos.
Fui escogido en Cristo antes de la fundación del mundo para ser santo y sin mancha delante de Él (Ef. 1:4).

9. Soy la Sal de la Tierra (Mt. 5:13)
Mat 5:13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.

10. Soy la Luz del Mundo, portador de la verdad (Mt. 5:14)
Mat 5:14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.

11. Soy Amigo de Cristo (Jn. 15:15)
Jn 15:15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.

12. Soy Elegido por Cristo para llevar su fruto (Jn. 15:16)
Jn 15:16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.

13. Soy hecho siervo o esclavo de Dios (Rom 6:22; Ef. 3:1; 4:1)
Rom 6:22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
Ef 3:1 Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles;
Ef 4:1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados

14. Soy templo, morada del Espíritu Santo (1 Cor. 3:16; 6:19)
1Cor 3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?.
1Cor 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

15. He Sido comprado por un precio y por lo tanto pertenezco a Dios. No soy mi propio Dueño. Vivo para Cristo (1 Cor. 6:19-20; 2 Cor. 5:14-15)
1Cor 6:19-20 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?.
(20) Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
2Cor 5:14-15 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;
(15) y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

16. Soy miembro del cuerpo de Cristo (1 Cor 12:27; Ef. 5:30)
1Co 12:27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.
Ef. 5:30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.

17. Estoy reconciliado con Dios y Soy ministro de reconciliación (2 Co 5:18-19).
2Co 5:18-19 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
(19) que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

18. He sido crucificado con Cristo y ya no vivo Yo; Cristo vive en mí (Gál. 2:20).
Gal 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

19. Soy heredero de Dios, pues soy su hijo (Gál. 4:6-7).
Gal 4:6-7 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!
(7) Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. .
Soy hechura de Dios, nacido de nuevo en Cristo para hacer su obra (Ef. 2:10).
Ef 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. .

20. Soy Ciudadano del cielo (Fil. 3:20; Ef. 2:6).
Fil 3:20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
Ef. 2:6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,

21. Soy Peregrino en este mundo, en el cual vivo temporalmente (1 ped. 2:11).
1Pe 2:11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,

22. Soy hijo de la luz, no de oscuridad ( 1 Tes. 5:5).
1Tes. 5:5 Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
He sido rescatado del dominio de Satanás y trasladado al reino de Cristo (Col. 1:13).
Col 1:13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,
1Jn 5:18 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.

23. Cristo mismo mora en mí (Col. 1:27).
Col 1:27 a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,

24. He recibido muy grandes y preciosas promesas de Dios  (2 Ped. 1:4).
2Pe 1:4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;

25. Seré como Cristo cuando El regrese (1 Jn. 3:1-2).
1Jn. 3:12 No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.

Ef. 2:8 
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.

martes, 14 de agosto de 2012

SOMOS LA SAL DE LA TIERRA Y LA LUZ DEL MUNDO

                                                                                              
 Por: Gladys Raquel Hernández


Jesús dijo:

“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”. (Mateo 5:13)

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. (Mateo 5:14-16)

Como cristianos, debemos tomar consciencia de las palabras que Jesús expresó (somos sal y luz) al referirse a lo que somos en esta vida para nuestro Dios Creador, una vez que hemos aceptado a Su Hijo, Jesús, como único Salvador de nuestras vidas.  Esto nos convierte en hijos de Dios y co-herederos en Cristo Jesús de un reino inconmovible.

Veamos estas citas bíblicas que expresan lo antedicho:

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de El, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En El asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,  a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo”.  (Efesios 1:3-12)

Según lo expresa el pasaje anterior, nosotros “tuvimos herencia” según el puro afecto de su voluntad y su beneplácito. Es decir, Dios mismo consintió en hacernos hijos suyos para heredar un reino glorioso, incomparable! Por tal motivo, Dios nos va a exigir una digna representación de Su reino inconmovible aquí en la tierra mientras vivimos en ella, ya que somos co-herederos en Cristo Jesús de dicho reino.

Para ser fieles representantes de un reino glorioso que nos espera, debemos seguir los pasos de nuestro fiel salvador, Jesús, quien es nuestro mayor ejemplo y modelo en todo: en fidelidad, en obediencia, en amor, en gozo, en misericordia, en paz, en benignidad, en mansedumbre, en bondad,  en humildad, en paciencia, en templanza, en fe y en compasión.

A través de todos estos atributos de Jesús, algunos de los cuales son los frutos del Espíritu Santo, podemos apreciar que El es nuestro modelo de “sal en la tierra”. El le dio un especial gusto y sabor a todas las cosas mientras llevó a cabo su incomparable ministerio aquí en este planeta.

Cuando Jesús sanaba enfermos,  El era sal de la tierra.
Cuando Jesús expulsaba demonios, El era sal de la tierra.
Cuando Jesús enseñaba, predicaba, exhortaba, consolaba y decía parábolas, El era sal de la tierra.

La sal da gusto y sabor a las cosas. A lo largo de su ministerio incomparable, Jesús se destacó por darle a un mundo en tinieblas, un sabor diferente, un sabor que venía de otro reino, un reino glorioso e inconmovible que se quería instalar en las vidas de las personas.

“Venga tu reino”. (Mateo 6:10).

Cuando Jesús nos dice que somos sal de la tierra, pero que si  la sal se desvanece, ya no sirve más, nos está queriendo decir, que si nosotros, como fieles hijos/as de Dios, tropezamos y nos caemos, ya no podremos llevar en forma exitosa el evangelio del reino al mundo que está en tinieblas, que necesita redención (aceptar a Jesús como su único salvador). El pasaje bíblico dice que si la sal se desvanece, será echada fuera y hollada por los hombres. Es decir, si caemos, los hombres del mundo en tinieblas nos pisotearán porque perderemos la autoridad delegada por Dios para realizar nuestras labores ministeriales.

Como hijos de Dios, no podemos permitirnos caer nunca! La sal debe mantener su sabor intacto siempre! Cuando predicamos, cuando imponemos las manos sobre un enfermo, cuando profetizamos, cuando auxiliamos, cuando socorremos, cuando alentamos, cuando consolamos a alguien, debemos ser siempre sal con un sabor excelente!

Así como somos sal, también Jesús nos dice que somos luz. Según el pasaje bíblico de referencia, estamos expuestos y no nos podemos esconder. Dios nos pide que la luz natural que emana de todo nuestro ser e irradia en donde quiera que vayamos, entremos o estemos, al ser hijos y representantes de El, alumbre siempre delante de los hombres, para que ellos vean  las buenas obras que nosotros realizamos para agradar a nuestro buen Dios y ellos también, a su vez, puedan salir del mundo de tinieblas, aceptar a Jesús como su único salvador y glorificar a nuestro Padre que está en los cielos!

Por ello, no podemos perder nunca la autoridad que Dios mismo nos ha delegado para estar siempre al pié del cañón como sal y como luz, agradándolo en todo momento y en todo lugar donde nos movamos, llevando la Buenas Noticias, la verdad de Jesucristo resucitado por todos los confines de la tierra.

Somos sal de la tierra,
Somos la luz del mundo,
Somos los representantes de Dios en esta tierra,
Y finalmente, somos co-herederos en Cristo Jesús de un reino inconmovible! 

Dios es fiel por siempre y Su Palabra, eterna!

Amén!