miércoles, 24 de octubre de 2012


¿Quién soy en Cristo? La Identidad Del Cristiano




Por: Gladys Raquel Hernández

La clave para que el cristiano pueda ser más que victorioso, como señala la Biblia, está en el hecho de que sepa y tenga plena consciencia de cuál es su identidad en Cristo.

Analicemos estas preguntas:

 ¿Quién eres?
 ¿quién eres determinará lo que haces?

Al referirnos al cristiano, podemos afirmar que lo que él hace, queda determinado por quién es él. “La esperanza de crecimiento, significado y satisfacción como cristiano está basada en comprender quién es uno, específicamente, comprender la identidad de Cristo como hijo de Dios”.


¿QUIÉN SOY?

1.   Soy Una nueva creación (2 Cor 5:17)
2Co 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

2. Soy un hijo de Dios (Jn 1:12; Rom 8:14-15; Gal 3:26; 4:6)
Jn 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;.
Rom 8:14-15 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

(15) Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!.

Gal 3:26 pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
Gal 4:6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!

3. He sido redimido y perdonado de todos mis pecados (Col 1:14)
Col 1:14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

4. Estoy Libre para Siempre de Condenación (Rom. 8:1)
Rom 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
He Sido Librado del poder del pecado (Rom 6:1-6) Rom 6:1-6

5. Tengo el derecho a entrar sin vergüenza ante el trono de Dios para encontrar misericordia en tiempos de necesidad (Heb 4:16)
Heb 4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

6. Soy Justo en Cristo, completamente perdonado (Rom 5:1)
Rom 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

7. Soy Siervo de la Justicia (Rom 6:18 )
Rom 6:18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.

8. Soy un Santo (Ef. 1:1; 1Co 1:2; Fil 1:1 )
Ef. 1:1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso:
1Co 1:2 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:
Fil. 1:1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos.
Fui escogido en Cristo antes de la fundación del mundo para ser santo y sin mancha delante de Él (Ef. 1:4).

9. Soy la Sal de la Tierra (Mt. 5:13)
Mat 5:13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.

10. Soy la Luz del Mundo, portador de la verdad (Mt. 5:14)
Mat 5:14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.

11. Soy Amigo de Cristo (Jn. 15:15)
Jn 15:15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.

12. Soy Elegido por Cristo para llevar su fruto (Jn. 15:16)
Jn 15:16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.

13. Soy hecho siervo o esclavo de Dios (Rom 6:22; Ef. 3:1; 4:1)
Rom 6:22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
Ef 3:1 Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles;
Ef 4:1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados

14. Soy templo, morada del Espíritu Santo (1 Cor. 3:16; 6:19)
1Cor 3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?.
1Cor 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

15. He Sido comprado por un precio y por lo tanto pertenezco a Dios. No soy mi propio Dueño. Vivo para Cristo (1 Cor. 6:19-20; 2 Cor. 5:14-15)
1Cor 6:19-20 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?.
(20) Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
2Cor 5:14-15 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;
(15) y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

16. Soy miembro del cuerpo de Cristo (1 Cor 12:27; Ef. 5:30)
1Co 12:27 Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.
Ef. 5:30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.

17. Estoy reconciliado con Dios y Soy ministro de reconciliación (2 Co 5:18-19).
2Co 5:18-19 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
(19) que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

18. He sido crucificado con Cristo y ya no vivo Yo; Cristo vive en mí (Gál. 2:20).
Gal 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

19. Soy heredero de Dios, pues soy su hijo (Gál. 4:6-7).
Gal 4:6-7 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!
(7) Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. .
Soy hechura de Dios, nacido de nuevo en Cristo para hacer su obra (Ef. 2:10).
Ef 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. .

20. Soy Ciudadano del cielo (Fil. 3:20; Ef. 2:6).
Fil 3:20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
Ef. 2:6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,

21. Soy Peregrino en este mundo, en el cual vivo temporalmente (1 ped. 2:11).
1Pe 2:11 Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,

22. Soy hijo de la luz, no de oscuridad ( 1 Tes. 5:5).
1Tes. 5:5 Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
He sido rescatado del dominio de Satanás y trasladado al reino de Cristo (Col. 1:13).
Col 1:13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,
1Jn 5:18 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.

23. Cristo mismo mora en mí (Col. 1:27).
Col 1:27 a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,

24. He recibido muy grandes y preciosas promesas de Dios  (2 Ped. 1:4).
2Pe 1:4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;

25. Seré como Cristo cuando El regrese (1 Jn. 3:1-2).
1Jn. 3:12 No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.

Ef. 2:8 
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.

martes, 14 de agosto de 2012

SOMOS LA SAL DE LA TIERRA Y LA LUZ DEL MUNDO

                                                                                              
 Por: Gladys Raquel Hernández


Jesús dijo:

“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”. (Mateo 5:13)

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. (Mateo 5:14-16)

Como cristianos, debemos tomar consciencia de las palabras que Jesús expresó (somos sal y luz) al referirse a lo que somos en esta vida para nuestro Dios Creador, una vez que hemos aceptado a Su Hijo, Jesús, como único Salvador de nuestras vidas.  Esto nos convierte en hijos de Dios y co-herederos en Cristo Jesús de un reino inconmovible.

Veamos estas citas bíblicas que expresan lo antedicho:

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de El, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En El asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,  a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo”.  (Efesios 1:3-12)

Según lo expresa el pasaje anterior, nosotros “tuvimos herencia” según el puro afecto de su voluntad y su beneplácito. Es decir, Dios mismo consintió en hacernos hijos suyos para heredar un reino glorioso, incomparable! Por tal motivo, Dios nos va a exigir una digna representación de Su reino inconmovible aquí en la tierra mientras vivimos en ella, ya que somos co-herederos en Cristo Jesús de dicho reino.

Para ser fieles representantes de un reino glorioso que nos espera, debemos seguir los pasos de nuestro fiel salvador, Jesús, quien es nuestro mayor ejemplo y modelo en todo: en fidelidad, en obediencia, en amor, en gozo, en misericordia, en paz, en benignidad, en mansedumbre, en bondad,  en humildad, en paciencia, en templanza, en fe y en compasión.

A través de todos estos atributos de Jesús, algunos de los cuales son los frutos del Espíritu Santo, podemos apreciar que El es nuestro modelo de “sal en la tierra”. El le dio un especial gusto y sabor a todas las cosas mientras llevó a cabo su incomparable ministerio aquí en este planeta.

Cuando Jesús sanaba enfermos,  El era sal de la tierra.
Cuando Jesús expulsaba demonios, El era sal de la tierra.
Cuando Jesús enseñaba, predicaba, exhortaba, consolaba y decía parábolas, El era sal de la tierra.

La sal da gusto y sabor a las cosas. A lo largo de su ministerio incomparable, Jesús se destacó por darle a un mundo en tinieblas, un sabor diferente, un sabor que venía de otro reino, un reino glorioso e inconmovible que se quería instalar en las vidas de las personas.

“Venga tu reino”. (Mateo 6:10).

Cuando Jesús nos dice que somos sal de la tierra, pero que si  la sal se desvanece, ya no sirve más, nos está queriendo decir, que si nosotros, como fieles hijos/as de Dios, tropezamos y nos caemos, ya no podremos llevar en forma exitosa el evangelio del reino al mundo que está en tinieblas, que necesita redención (aceptar a Jesús como su único salvador). El pasaje bíblico dice que si la sal se desvanece, será echada fuera y hollada por los hombres. Es decir, si caemos, los hombres del mundo en tinieblas nos pisotearán porque perderemos la autoridad delegada por Dios para realizar nuestras labores ministeriales.

Como hijos de Dios, no podemos permitirnos caer nunca! La sal debe mantener su sabor intacto siempre! Cuando predicamos, cuando imponemos las manos sobre un enfermo, cuando profetizamos, cuando auxiliamos, cuando socorremos, cuando alentamos, cuando consolamos a alguien, debemos ser siempre sal con un sabor excelente!

Así como somos sal, también Jesús nos dice que somos luz. Según el pasaje bíblico de referencia, estamos expuestos y no nos podemos esconder. Dios nos pide que la luz natural que emana de todo nuestro ser e irradia en donde quiera que vayamos, entremos o estemos, al ser hijos y representantes de El, alumbre siempre delante de los hombres, para que ellos vean  las buenas obras que nosotros realizamos para agradar a nuestro buen Dios y ellos también, a su vez, puedan salir del mundo de tinieblas, aceptar a Jesús como su único salvador y glorificar a nuestro Padre que está en los cielos!

Por ello, no podemos perder nunca la autoridad que Dios mismo nos ha delegado para estar siempre al pié del cañón como sal y como luz, agradándolo en todo momento y en todo lugar donde nos movamos, llevando la Buenas Noticias, la verdad de Jesucristo resucitado por todos los confines de la tierra.

Somos sal de la tierra,
Somos la luz del mundo,
Somos los representantes de Dios en esta tierra,
Y finalmente, somos co-herederos en Cristo Jesús de un reino inconmovible! 

Dios es fiel por siempre y Su Palabra, eterna!

Amén!


sábado, 4 de diciembre de 2010

¿ESTÁ DIOS INTERESADO EN MI?










Por: Gladys Raquel Hernández



Lo más propicio sería comenzar a responder esta pregunta con las siguientes citas bíblicas:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a Su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El” (Juan 3:16-17).

Creo que estos conceptos son más que claros y suficientes para demostrar que Dios está interesado en la humanidad y que la ama.
Dios nos ama y nos ha creado para que tengamos una relación de amor en El.

Jesús dijo:

“Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Pero resulta que la humanidad creada es pecadora y el pecado que mora dentro de todos nosotros nos ha separado de Dios. A partir de la desobediencia del hombre y la mujer en el Huerto de Edén, se ha roto la relación que existía entre ellos y Dios (Génesis 3:24).

Veamos las citas bíblicas que fundamentan estos conceptos:

“Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).
“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con El, perdonándoos todos los pecados” (Colosenses 2:13).

La consecuencia del pecado es la separación de Dios: la muerte espiritual. Es decir, el individuo se encuentra totalmente perdido. Un gran abismo separa al hombre de Dios.
Jesucristo, el Mesías prometido, el Hijo del Dios Vivo es la única solución para el pecado del hombre. Sólo a través de El se puede tener una relación de amor personal con Dios, pues El es el mediador entre Dios y los hombres; es el mediador del nuevo pacto.

Veamos las siguientes citas bíblicas:

“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a Sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1º Timoteo 2:5-6).
“A Jesús el Mediador del Nuevo Pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel” (Hebreos 12:24).

El apóstol Pablo señala:

“Dios muestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

“Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día, conforme a las escrituras; y apareció a Cefas y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez; después a Jacobo, a todos los apóstoles; y al último de todos, como un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1º Corintios 15:3-10).

Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).

Jesús murió en nuestro lugar a pesar de haber sido el único justo de la historia y quien nunca cometió pecado alguno, pues siempre tuvo una perfecta relación de amor con Dios: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30).

Veamos que interesante y vívida narración descriptiva hace el profeta Isaías que escribió acerca de Jesús muchos años antes de Su nacimiento:

“Ciertamente llevó El nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Y por Su llaga fuimos nosotros curados; todos nos descarriamos como ovejas, cada cual por su camino. Angustiado El y afligido, no abrió Su boca; como cordero fue llevado al matadero; enmudeció y no abrió Su boca; El nunca hizo maldad, ni hubo engaño en Su boca. A pesar de esto, Dios quiso quebrantarlo y hacerlo padecer y poner Su vida en expiación por el pecado” (Isaías 53:4-10).

Jesús fue desde siempre. Ya el libro de Génesis, primer libro de la Biblia señala: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Génesis 1:26). Esto implica que el Dios trino (Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo) actuaron en forma conjunta desde siempre como una única unidad divina que se manifiesta de tres formas distintas, aunque nuestra mente humana no lo pueda comprender bien y no se pueda explicar desde el punto de vista cronológico, ya que Jesús vino a la tierra hace un poco más de dos mil años.

Veamos que interesante cita bíblica:

“Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo y voy al Padre” (Juan 16:28).

Para que podamos tener una relación en Dios debemos aceptar a Jesús como nuestro Señor y único Salvador. Se trata de una decisión personal, pues Dios nos ha dado el libre albedrío para decidir. Ningún ser querido, ningún familiar, ningún amigo puede interferir en nuestra relación en Dios una vez que hemos decidido tenerla y mantenernos firmes en ella. Dios no involucra a terceros en nuestra relación personal en El ni permitirá que nadie interfiera en la misma, ya que El trata a cada individuo que aceptó a Jesucristo como un tesoro especial, como si fuese Su único hijo.

Veamos las siguientes citas bíblicas:

“Y serán para mí especial tesoro, ha dicho el Señor Dios de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve” (Malaquías 3:17).
“Más a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).

Podemos concluir con la siguiente cita bíblica: un mandato de Dios. Veamos:

“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:30-31).

Si Jesús ha pagado totalmente la deuda de nuestros pecados al morir en la cruz para poder reestablecer la relación en Dios que se había roto en el Huerto de Edén, podemos estar muy seguros y confiados de que El está muy interesado en nosotros y nos ama con amor eterno!!! (Jeremías 31:3).

AMEN!!!

martes, 8 de septiembre de 2009

La Fe De Abraham












Por: Gladys Raquel Hernández


“Pe
ro el Señor Dios había dicho a Abraham: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Génesis 12:1-3).

El llamamiento de Abraham es decisivo en el plan que Dios tenía con el pueblo de Israel, el que luego llevaría y conduciría al establecimiento de la Iglesia. Aunque Abraham no conocía el plan de Dios, él creyó y obedeció a su Dios Creador.

“Y se fue Abraham como el Señor Dios le dijo” (Génesis 12:4)

Este pasaje muestra claramente la firme obediencia de Abraham, una fe sin vacilación, sin duda alguna. La mente y el corazón de Abraham estaban con Dios. Abraham se dejó llevar por Dios.

¿Nos ocurre lo mismo a nosotros en este tiempo? ¿Nos dejamos llevar por Dios en Sus eternos propósitos con nuestras vidas?

Es preciso destacar que cuando Dios nos llama en forma individual, nunca involucra a terceras personas en nuestro llamado. Es decir, se trata de un llamado muy personal. En primera instancia, Dios nos llama para entender y lograr nuestra salvación y luego para delegarnos alguna o varias tareas o labores ministeriales que tendremos que ir entendiendo y desarrollando en forma paulatina a lo largo de nuestras vidas. Dios nos irá capacitando a tal efecto y es preciso estar en El, seguirlo día a día y estar atentos a Su voz para estar siempre dentro de Su buena voluntad.

Veamos estas citas bíblicas:

“Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como El quiere” (1º Corintios 12:7-11).

¿Por qué solemos fracasar o cometer errores en nuestras labores ministeriales y en nuestro servicio a Dios a pesar de haber identificado bien nuestro llamado y a pesar de nuestro intento de superación diaria?

Primero: Comenzamos escuchando la voz de Dios, de diferentes maneras, conforme a cada individuo, ya que Dios es multiforme y se revela y habla de diversas maneras (1º Pedro 4:10). En esta etapa, comenzamos a entender que Dios nos ama y qué es lo que El quiere de nosotros, qué servicio nos demanda, qué ministerio nos está delegando. Entonces, nosotros comenzamos a caminar en Sus propósitos que hemos entendido y se podría decir que vamos manejando en cierta forma la fe de Abraham, lo que resulta maravilloso. Se trata de la etapa del primer amor con Jesús, cuando se nos ha caído el velo que cubría nuestros ojos y comenzamos a ver el Reino de Dios, comenzamos a ver con nuestros ojos espirituales el mundo invisible.

Segundo: En la siguiente etapa, vamos madurando en nuestra fe, vamos creciendo en la gracia y vamos teniendo contacto con otros hermanos en Cristo de nuestra misma congregación o de otras congregaciones. En esta etapa, empezamos a descubrir que, a pesar de la hermosa relación de amor que hemos iniciado en nuestro Salvador, Jesucristo, comienzan a surgir obstáculos, desacuerdos entre hermanos en la fe, diferentes opiniones y hasta puntos de vista totalmente opuestos, lo que muchas veces origina y desencadena una serie de discusiones, pleitos, contiendas, enojos, cólera, y hasta termina con el alejamiento de la misma congregación. ¿Por qué suceden estas cosas?. La respuesta es muy simple. El pecado es inherente al ser humano y está dentro de él. Todo el tiempo, puede salir desde nuestro interior, todo lo malo no resuelto que tenemos: resentimiento, rencor, raíces de amargura, pleitos, contienda, celos, envidia, malicia, murmuración, chisme, crítica, individualismo, protagonismo, competencia, etc. La Palabra de Dios establece que de la abundancia del corazón habla la boca (Mateo 12:34-35). Entonces, lo que sale de nuestra boca, manifiesta, revela y exhibe lo que hay en nuestro interior, es decir, lo que somos realmente.

El gran desafío para todo ésto y con el objeto de llevar una vida conforme a Dios, es entablar una relación íntima en El, quien es el que nos regala los dones y nos entrega y delega los ministerios, además de nuestra preciosa vida eterna no merecida por nosotros, mediante la aceptación de Cristo Jesús en nuestro corazón. Entonces, cuando tropezamos, sabemos que nos podemos levantar y que en Cristo Jesús son posibles todas las cosas. Aunque nos relacionemos con hermanos en la fe, no nos olvidemos que a quien debemos rendir cuentas de nuestros actos, nuestro ministerio y nuestra vida, es al mismo Jesucristo, la roca.

“Y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (1º Corintios 10:4).

Para poder aprender bien a depender solamente de nuestro Dios Creador y Padre Celestial, es necesario ir desarrollando los frutos del Espíritu Santo. Un buen cristiano maduro en la fe debe tener desarrollados y poner en práctica los frutos del Espíritu Santo que son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23).

A través del dominio propio que nos enseña el Apóstol Pablo, se puede lograr este objetivo, además de los atributos de nuestro Señor Jesucristo que son mansedumbre y humildad, que El mismo manifestó, invitándonos a parecernos a El.

Veamos estas citas bíblicas que fundamentan estos conceptos:

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. (2º Timoteo 1:7)

“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprender de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29)

¿Por qué Abraham es considerado el Padre de la Fe? Esta respuesta también es sencilla. Abraham no vaciló nunca cuando fue llamado por Dios, nunca dudó cuando Dios le dio una orden, nunca tuvo en su corazón el deseo de hacer alguna otra cosa en lugar de obedecer la voz de Dios, de actuar en forma contraria a Su buena voluntad, aún cuando Dios le pidió sacrificar a su único hijo, Isaac y ofrecerlo en holocausto (Génesis 22:2). Abraham era realmente amigo de Dios!

“Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” (Santiago 2:23)
.

Veamos estas citas bíblicas que expresan lo descripto con anterioridad:

“Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel del Señor le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único. Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, El Señor Dios proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte del Señor será provisto. Y llamó el ángel del Señor a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice el Señor Dios, que por cuanto has hecho ésto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar, y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz” (Génesis 22:9-18).

Esta simiente descripta en Génesis, es nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

En Gálatas 3:16 Pablo dice:

"Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a su simiente, la cual es Cristo".

Si quieres ser amigo de tu Salvador Jesucristo, tómate de Su mano y déjate guiar por El, permanece en El, aunque los demás te critiquen o cuestionen tu servicio a Dios, tu ministerio, fuere cual fuere.

“Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:14-15).

No permitas que nada ni nadie se interponga en tu hermosa relación en tu Salvador. El te ha llamado a redención en primer lugar, y luego, te ha asignado alguna labor ministerial que tú ya has identificado. Defiende ese llamado, ese ministerio otorgado por tu Salvador y obtendrás la corona de la vida. Si caes, El te levantará, te enseñará cosas mayores aún que debes aprender para que tu vida cristiana sea perfeccionada día a día conforme a los propósitos que El ya ha establecido para ti. No te olvides, que primeramente, Jesús anhela tener una relación personal contigo. El quiere tratar con tu vida, te quiere moldear, te quiere purificar, te quiere renovar, te quiere restaurar, te quiere perfeccionar, te quiere regenerar, te quiere santificar.

“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de la vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Santiago 1:12).

“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”(Efesios 4:13).

AMEN!!!

martes, 21 de julio de 2009

La Música Como Instrumento De Alabanza












Por: Gladys Raquel Hernández



La música ha sido un elemento, un medio esencial y de vital importancia en la adoración a Dios que se ha venido llevando a cabo desde el Antiguo Testamento por el pueblo de Israel: el primer pueblo elegido por Dios, Su pueblo pionero y amado, para llevar las Buenas Nuevas de salvación por toda la tierra.

La música cristiana, a través de los distintos instrumentos musicales ejecutados de a uno, o varios a la vez, brindando una mayor armonía, es una forma de expresión, de comunicación, de manifestación de sentimientos, pensamientos y emociones bajo inspiración, por parte de quienes la ejecutan, acompañada también de inspiradas canciones, cánticos, salmos, himnos, poemas, poesías y alabanzas. Asimismo, la música cristiana es un canal de bendición para todo el pueblo de Dios, ya que la misma le permite entrar en Su presencia.

La Palabra de Dios establece que Dios se regocija a través de la alabanza de Su pueblo. Veamos estas citas bíblicas:

“Canta, Oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén. El Señor ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; el Señor es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal. En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: no temas; Sion, no se debiliten tus manos. El Señor está en medio de ti, poderoso, El salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”. (Sofonías 3:14-17)
“Canta y alégrate, hija de Sion, porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho el Señor”. (Zacarías 2:10)

El pueblo de Dios canta la grandeza del Señor. Veamos las siguientes citas bíblicas:

“Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel”. (Isaías 12:6)
“Cantaré yo al Señor, porque se ha magnificado grandemente; ha echado en el mar al caballo y al jinete. El Señor Dios es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios y lo alabaré; Dios de mi padre y lo enalteceré”. (Exodo 15:1-2)
“En aquel día cantarán este cántico en tierra de Judá: Fuerte ciudad tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro”. (Isaías 26:1)
“Aquel día cantó Débora con Barac hijo de Abinoam, diciendo: por haberse puesto al frente los caudillos en Israel, por haberse ofrecido voluntariamente el pueblo, Load al Señor Dios”. (Jueces 5:1-2)

Cuando David hizo traer por medio de los levitas el arca del pacto a Jerusalén, hubo música y alegría. Veamos:

“Asimismo dijo David a los principales de los levitas, que designasen de sus hermanos a cantores con instrumentos de música, con salterios y arpas y címbalos, que resonasen y alzasen la voz con alegría”. (1º Crónicas 15:16)

Como podemos apreciar a través de estos pasajes, cada vez que se ganó alguna batalla, cuando se recuperó algo, cuando se conquistó, se venció o se celebró la victoria, hubieron instrumentos musicales resonando y voces cantando.

Veamos esta descripción:

“Los cantores iban delante, los músicos detrás; en medio las doncellas con panderos”. (Salmo 68:25)

La combinación de instrumentos musicales y canciones es una ordenanza de Dios. Veamos:

“Entonad canción, y tañed el pandero, el arpa deliciosa y el salterio. Tocad la trompeta en la nueva luna, en el día señalado, en el día de nuestra fiesta solemne. Porque estatuto es de Israel, Ordenanza del Dios de Jacob”. (Salmo 81:2-4)

El pueblo de Israel combinaba instrumentos, voz y cánticos nuevos que venían por inspiración divina. Veamos:

“Aclamad al Señor Dios con arpa; cantadle con salterio y decacordio, cantadle cántico nuevo; hacedlo bien, tañendo con júbilo”. (Salmo 33:2-3 - Salmo 144:9)
“Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios”. (Salmo 40:3)

Los siguientes pasajes establecen que toda la tierra debe alabar y cantar al Señor con cánticos nuevos, con total alegría:

“Cantad alegres al Señor, toda la tierra; levantad la voz y aplaudid y cantad salmos” (Salmo 98:4)
Salmo 96:1-4 – Dios es digno de suprema alabanza!
Salmo 98:1, 100:1-2, 149:1 – Isaías 42:10 – 1º Crónicas 16:23-24

Podemos cantar salmos, himnos y cánticos espirituales con alegría:

“Cantad salmos al Señor con arpa; con arpa y voz de cántico” (Salmo 98:5)
“…. Cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”. (Colosenses 3:16)
“Al Señor cantaré en mi vida; a mi Dios cantaré salmos mientras viva”. (Salmo 104:33)
“Cantadle, cantadle salmos; hablad de todas Sus maravillas”. (Salmo 105:2)
“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos oían” (Hechos 16:25)

Existe alabanza y cánticos nuevos delante del trono de Dios:

“Y cantaban un cántico nuevo delante del trono” (Apocalipsis 14:3)

La Palabra de Dios establece que Dios da cánticos en la noche. (Job 35:10)

“Pero de día mandará el Señor Dios Su misericordia, y de noche Su cántico estará conmigo”. (Salmo 42:8)
“Vosotros tendréis cántico como de noche en que se celebra pascua”. (Isaías 30:29)
“Me acordaba de mis cánticos de noche; meditaba en mi corazón”. (Salmo 77:6)

A través de la alabanza, se llega a la presencia de Dios:

“Lleguemos ante Su Presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos”. (Salmo 95:2)

El pueblo de Israel cantaba y alababa en acción de gracias porque Dios es bueno. Veamos:

“Y cantaban, alabando y dando gracias al Señor, y diciendo: Porque El es bueno, porque para siempre es Su misericordia sobre Israel”. (Esdras 3:11)
“… Porque mi fortaleza y mi canción es el Señor Dios, quien ha sido salvación para mí”. (Isaías 12:2)

La Palabra de Dios enseña a cantar la justicia y la gloria de Dios:

“Cantará mi lengua tu justicia”. (Salmo 51:14)
“Cantad la gloria de Su nombre; poned gloria en Su alabanza”. (Salmo 66:2)

La Palabra usa términos exagerados para instarnos a alabar a Dios. Veamos:

“Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas, exalten a Dios con sus gargantas y espadas de dos filos en sus manos, para ejecutar venganza entre las naciones y castigo entre los pueblos”. (Salmo 149:5-7)

La Palabra establece que los muertos resucitarán y alabarán a Dios en el arrebatamiento:

“Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! Porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra dará sus muertos”. (Isaías 26:19)

El pueblo de Israel cantaba por la redención de Jacob, que se hace extensiva a nuestra redención por medio de Cristo Jesús. Veamos:

“Cantad loores, oh cielos, porque el Señor lo hizo, gritad con júbilo, profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza; bosque, y todo árbol que en él está; porque el Señor redimió a Jacob y en Israel será glorificado”. (Isaías 44:23)

Se puede alabar al Señor con el espíritu así como con el entendimiento:

“…Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento”. (1º Corintios 14:15)
Se pueden cantar alabanzas con alegría:
“…¿Está alguno alegre? Cante alabanzas”. (Santiago 5:13)

La Palabra establece que hasta las estrellas del cielo alaban a Dios. Veamos:

“¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?”. (Job 38:6-7)

La alabanza era acompañada de sacrificios ante Dios, en el Antiguo Testamento:

“… Acercaos, pues, y presentad sacrificios y alabanzas en la casa del Señor” (2º Crónicas 29:31)
“Sacrifica a Dios alabanza, y paga tus votos al Altísimo”. (Salmo 50:14)

Otras citas bíblicas que se refieren a los sacrificios de alabanza son:

Exodo 15:2 – 1º Crónicas 16:8-9 y 29:13 - Nehemías 12:27 – Salmos 7:17; 9:1 - Salmo 30:12 – Salmos 42:5 y 11 y 43:4-5 - Salmo 50:23 – Salmo 57:9 - Salmo 65:1 – Salmo 67:3 y 5 - Salmo 69:30 – Salmo 71:22 - Salmo 79:13 – Salmos 92:1 y 95:2 – Salmos 96:6 y 99:3 – Salmos 100:4, 105:1, 106:1, 107:8-15-21-31, 111:1, 113:1, Salmos 116:17, 117:1, 118:21, 119:7-62-164 – Salmos 135:1 138:1 – Salmo 136:2 –Salmos 140:13, 145:3 – Salmo 146:1-2 - Salmo 147:7 y 12 – Isaías 38:19-20 – Jonás 2:9 – Sofonías 3:19-20 – Mateo 11:25, 21:16 - Lucas 10:21, 24:53 – Romanos 15:11 - 2º Corintios 8:18 - Efesios 5:19 - Hebreos 2:12 y 13:15 – Apocalipsis 5:13 y 19:5.

Los salmos 145, 146. 147, 148, 159 y 150, se refieren a la alabanza por la bondad y el poder de Dios, por Su justicia, por el favor de Dios hacia Jerusalén, a la exhortación a la creación para que alabe al Señor Dios, a la exhortación a Israel para que alabe al Señor Dios y a la exhortación a alabar a Dios con instrumentos de música, terminando el Salmo 150 con un llamado de atención universal. Veamos:

“Todo lo que respira alabe al Señor, Aleluya!”. (Salmo 150:6)

La adoración a Dios es más que cantar, más que la combinación de notas musicales, más que una canción, un salmo o un himno…. Es una entrega del corazón a Dios e implica meditación, temor a Dios, servicio y algunas veces, un cierto silencio delante del Señor. Veamos:

“Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros”. (Génesis 22:5)
“Entonces, Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró”. (Exodo 34:8)
“Se acordarán, y se volverán al Señor Dios todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti”. (Salmo 22:27)
“Adorad al Señor en la hermosura de la santidad. Temed delante de El, toda la tierra”. (Salmo 96:9)

Otras citas bíblicas que se refieren a la adoración a Dios son:

1º Samuel 1:3 - Nehemías 9:6 - Salmo 5:7 – Salmo 29:2 – Salmo 66:4 - Salmo 86:9 - Salmo 95:6 - Isaías 27:13 - Isaías 66:23 – Zacarías 14:17 – Mateo 2:2 – Mateo 4:10 - Mateo 28:17 – Juan 4:20, 22 y 24 – Juan 9:38 – Juan 12:20 – Hechos 8:27 – Hechos 10:25 – Hechos 17:23 – 1º Corintios 14:25 – Hebreos 1:6 – Apocalipsis 4:10 – Apocalipsis 14:7 – Apocalipsis 15:4 – Apocalipsis 19:4 y 10 – Apocalipsis 22:8

La alabanza y la adoración implican engrandecimiento, exaltación, glorificación, agradecimiento, honra, magnificencia y servicio a nuestro Dios Creador y Padre Celestial.

“Al Unico y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén!” (Romanos 16:27)

viernes, 7 de noviembre de 2008

¿Existen Prioridades entre Nuestras Necesidades?


¿EXISTEN PRIORIDADES ENTRE NUESTRAS NECESIDADES?



Por: Gladys Raquel Hernández






A medida que los seres humanos vamos creciendo y nos vamos desarrollando, vamos teniendo diferentes tipos de necesidades. Estas necesidades se originan en nuestro interior y también por medio de algún estímulo externo que las provoca. Las necesidades básicas por las cuales nos sentimos identificados y normalmente tendemos a ayudar a nuestro prójimo, son de orden económico, o relacionadas con temas de salud.

Como cristianos, solemos socorrer a personas indigentes, o que estén atravesando alguna seria necesidad económica temporal, o quienes han perdido bienes, posesiones y se sienten derrotados, desesperanzados. Asimismo, solemos correr detrás de algún enfermo grave o de algún accidentado. Es decir, nos solidarizamos tremendamente con estos terribles y patéticos casos, lo cual es razonable, coherente y sensato. Pero muchas veces, ignoramos y no tendemos a ayudar a nuestro prójimo cuando está ante una necesidad de orden afectivo, emocional o espiritual. ¿Qué nos pasa? ¿No podemos percibir el dolor ante estos casos? ¿No nos interesa realmente nuestro prójimo en estas situaciones? ¿Deberían arreglarse solas estas personas?

Veamos lo que piensa Jesús respecto de todos estos interrogantes:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18-19).

Conforme a estas citas bíblicas, observamos que Jesús enfatiza que el Espíritu del Señor está sobre El y lo ha ungido o capacitado para llevar a cabo toda una serie de acciones de toda índole (física, emocional y espiritual). Por lo tanto, podemos apreciar que Jesucristo vino a salvarnos, a sanarnos, a libertarnos, a quitar ataduras, yugos, a liberar a los oprimidos. Es decir, Jesús no le da prioridades a nuestras necesidades, a nuestros obstáculos, a nuestros problemas. El nos ama tanto que anhela restaurarnos en todas las áreas de nuestra vida. Jesús no va a venir a tu vida y decirte que tú tienes que esperar a resolver tu problema emocional-afectivo porque primero está el enfermo o el accidentado. Si bien, nosotros podemos dar una cierta prioridad a los problemas, ya que algunos de ellos son de carácter emergente, como el caso de algún accidentado o moribundo, no podemos ignorar o rechazar almas enfermas, desesperanzadas, almas que tienen sed de recibir un abrazo, una palabra de aliento, de afecto, de amor sincero. No nos olvidemos que muchas personas se suicidan diariamente debido a este tipo de problemas que los anegan.

Jesús dijo: “De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis” (Mateo 25:45).

Es preciso entender que Jesús se coloca por detrás de cada persona necesitada. Entonces, cuando nosotros ignoramos o rechazamos a alguna persona en necesidad, lo estamos rechazando a Jesús mismo. Y aunque Jesús puede satisfacer perfectamente todas nuestras necesidades si acudimos a El mediante la oración, el ruego y el clamor, no nos olvidemos que el amor y la ayuda al prójimo es un mandato de Dios. Por lo tanto, el Señor se agrada cuando alguien ayuda a su prójimo independientemente de cuál sea su necesidad.

¿Quién es mi prójimo? Mi prójimo es toda persona que habite este planeta que se cruce en mi camino y que tenga alguna necesidad real.

¿Qué está sucediendo dentro del Pueblo de Dios? ¿Nos amamos realmente?

Veamos las siguientes citas bíblicas:

“No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18).
“Honra a tu padre y a tu madre; y amarás a tu prójimo como a ti mismo”(Mateo 19:19).
“Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación” (Romanos 15:2).

Veamos ahora esta reflexión:

Un intérprete de la ley le dijo a Jesús: - ¿Quién es mi prójimo? (Lucas 10:29).

Jesús le contó una historia, la historia del buen samaritano (Lucas 10:25-37). Finalmente, Jesús le dio a elegir dentro de tres personas, quién había sido el prójimo de un hombre que cayó en manos de ladrones. El intérprete de la ley pudo discernir a través de la parábola de Jesús, quien había sido el prójimo.

“El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo, ve, y haz tú lo mismo” (Lucas 10:37).

Jesús nos enseña a través de este pasaje, que debemos sentir misericordia y compasión ante las distintas necesidades de quienes se crucen en nuestro camino, la misma misericordia que Dios tuvo por ti y por mí cuando decidió dar a Su Unigénito Hijo, Jesús, en expiación por nuestros pecados y redimirnos, una misericordia que se renueva cada mañana si pecamos y nos arrepentimos (Lamentaciones 3:22-23). Se trata de una misericordia eterna que quiere contagiarte y hacerte vivir en santidad, para que cuando alguien con necesidad de cualquier índole y naturaleza se cruce en tu camino, tú puedas comprender que detrás de esa persona se esconde Jesús, el que murió por ti y por mí, quien espera que tú también sientas misericordia por tu prójimo.

“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”(Efesios 4:13).

“A El sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad” (2º Pedro 3:18).

AMEN!!!







lunes, 29 de septiembre de 2008

¿Quién es Dios? ¿Existe Realmente?


¿QUIÉN ES DIOS? ¿EXISTE REALMENTE?






Por: Gladys Raquel Hernández




Dios existe realmente pues se ha revelado a diferentes agentes humanos del pueblo Judío, Su pueblo pionero amado, a lo largo de la historia quienes han dejado testamentos escritos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, que conforman las Sagradas Escrituras: La Biblia.

Si ellos no hubiesen recibido revelación directa por parte del Creador, no hubiesen escrito nada y por lo tanto no tendríamos idea de Su existencia. Estos agentes humanos, profetas y santos hombres de Dios recibieron inspiración divina revelada directamente a la conciencia y al entendimiento para escribir, y en algunas ocasiones tuvieron encuentros con Dios cara a cara y/o escucharon de manera audible la voz de Dios.

Veamos algunas citas bíblicas que fundamentan estos conceptos:

“Cara a cara habló el Señor Dios con nosotros en el monte de en medio del fuego” (Deuteronomio 5:4).

“Viendo el Señor que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: - ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: - Heme aquí. Y dijo: No te acerques, quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: - Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro porque tuvo miedo de mirar a Dios” (Exodo 3:4-6).
“El Señor Dios llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí” (1º Samuel 3:4).

El nombre de Dios en hebreo es impronunciable (YHWH) , pues Su nombre es santo.

Veamos que interesante respuesta le brinda el Señor Dios a Moisés cuando éste es llamado a liberar al pueblo hebreo de los egipcios, quienes los tenían cautivos como esclavos:

“Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es Su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros” (Exodo 3:13-14).

Dios es un Dios trino y se manifiesta en la persona del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Los tres constituyen una unidad: son coexistentes, infinitos y eternos. Los tres fueron activos en la obra de la creación (Génesis 1:26) y son igualmente activos en la obra de la redención. Dios Padre propuso y planeó la creación. Dios el Hijo hizo posible mediante el sacrificio de cruz la realización del eterno plan de Dios. El Espíritu Santo es el poder de la trinidad. Su poder levantó a Jesús de entre los muertos y ese poder sigue aún hoy fluyendo en nuestras vidas, sanando nuestros cuerpos, restaurando, limpiando, purificando y santificando.

Por lo tanto, Dios se sigue revelando a nuestras vidas por medio de Su Espíritu Santo que convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:8), repartiendo dones y ministerios conforme a Su soberana voluntad (1º Corintios 12:11). Se trata de un sentir interior que cada individuo percibirá al abrir su corazón sincero a Dios, reconociéndose débil, pecador, sediento y necesitado de su Creador.

El cristiano que ha tenido revelación por parte de Dios y que mantiene diariamente comunión en El por medio de la oración, escucha a Dios de espíritu a espíritu. Dios no es tangible: El es perfecto. El va directamente a nuestro espíritu y nosotros sabemos cuando El nos habla. Cuando El nos habla, comenzamos a entender a Dios.

Existen muchos atributos de Dios registrados en la Biblia. Veamos algunos de ellos:

Dios es un ser todopoderoso:

El es omnipresente: Está en todas partes al mismo tiempo (Proverbios 15:3).
El es omnisciente: Todo lo sabe. Es la sabiduría máxima (Salmo 19:2).
El es omnipotente: El todo lo puede (Números 24:4 y 16).
El es infinito: Es el Alfa y la Omega, el principio y el fin (Salmo 90:2).
El es inmutable: Dios no cambia. Es el mismo por los siglos de los siglos (Santiago 1:17).
El es infalible: Dios no se equivoca (Números 23:19).
El es espíritu, luz y amor: El no es una sustancia material. Todo lo ilumina y ama con amor eterno (Romanos 8:11 – Salmo 90:17 – Juan 3:16).
El es invisible, insondable e inmenso: No es posible verlo. No se puede comprender la totalidad de lo que Dios es y excede todo tamaño imaginable ( Juan 16:28 – Salmo 68:33 – Isaías 40:22).
El es santo, justo y perfecto: Es totalmente puro. Es recto e insuperablemente exacto (Salmo 22:3 – Isaías 45:19 – Salmo 19:7).
El es incorruptible, verdadero y fiel: No es posible sobornar a Dios. En El no hay mentira ni falsedad y es leal a Sí mismo (Romanos 1:23 - Salmo 25:5 - Salmo 33:4).
El es bueno, compasivo y misericordioso: El siempre manifiesta Su generosidad. Es de carácter piadoso y clemente y es sensible a las necesidades humanas (Salmo 34:8 – Juan 11:33 – Salmo 90:14).

Existen muchos más atributos acerca de Dios registrados en la Biblia. Estos son algunos de ellos para que con un corazón abierto y dispuesto podamos gozar y disfrutar de Su magnificencia y contemplar la majestuosidad de Su grandeza y de Su perfección.

A El sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos! (1º Pedro 5:11)

AMEN!!!